jueves, 25 de junio de 2009

MANU A MANU (2a parte)

Y para que veais que no soy malo, una de las mejores canciones (para mi) de Mano negra.


MANU A MANU

Aún recuerdo aquella época en la que, en cualquier fiesta que se preciara, sonaba una de las canciones de Mano Negra. Como llevados por un instinto colectivo, todos nos poníamos a bailar como locos, dando saltos de aquí para allí, riendo, bebiendo, abrazándonos...

A veces añoro aquellos momentos de locura juvenil. No es que ahora no haga el loco, no. Pero es otro tipo de locura, mas... mas... adulta? (que asco de palabra!).

Me gustaría, aunque fuera tan solo por unos segundos, volver a vivir aquellos momentos de fiestas de instituto, conciertos a los 15 años, cumpleaños, fines de año, empalmadas de fiesta mayor (y sin ser fiesta mayor), carpas de verano, fiestas de la espuma, noche de borrachera para celebrar algo, noches de borrachera para no celebrar nada...

Ay... nos hacemos mayores!...



Para recordar a Mano Negra que mejor que Manu Chao.

MALUS KAGONTÓ Y EL EJÉRCITO OJCURO

Dime con quién vas
y te diré qué tienes que hacer
(3a parte)

Meme-Oh-Toha

Capital de Reinos Recordados

En pocos segundos el clima silencioso de la taberna fue aumentando en ruido y gritos. Por fin alguien le plantaba cara al Hombre-mosca!
Poco a poco, los clientes de local de Rumick Aquínosefía, se relajaban viendo como aquellos 4 recién llegados se dirigían hacia el centro de la sala sin temor a enfrentarse a aquella desagradable criatura que no dejaba de insultar y lanzar escupitajos verbales sin tener en cuenta que era horario infantil y acababa de llegar un grupo de niños estudiantes a druidas a "La Muñeca Chochona".

Se hizo un corro en medio de la sala, a modo de improvisado ring y la gente empezó a gritar dado el espectáculo que estaban a punto de presenciar.

-Pelea, pelea!- decían un anciano antes de que le saliera disparada la dentadura postiza. Un grupo de orcos practicaban una patética coreografía para dar ánimos a los combatientes, utilizando unos pompones hechos con pelo de enano gully. Ánimos no se sabe si infundirían, pero la estampida de piojos y otros bichos sarnosos entre el público del combate estaba asegurada.

Edenwinder, profundamente enfadado por los insultos de aquel farfullero, se adelantó a sus compañeros y le propinó una santa bofetada al Hombre-mosca dejándolo mas allá que aquí. La gente acompañó la acción del explorador con un UUUUHHH!!! dando entender que aquél golpe había hecho realmente "mucha pupita" al soez personaje.
Seguidamente fue Prince quien quería rendir cuentas con el Hombre-mosca. Lanzando un pañuelo en símbolo de desafío y reto ante el maleducado enemigo, inició una serie de movimientos de lucha, mas parecido al baile del verano que otra cosa, alzando sus puños en señal agresiva e intimidatoria.

-Mamá, porque ese señor se pone a bailar ahora?- preguntó un niño al ver como actuaba el paladín. -No le hagas caso, debe ser el "raro" del grupo.- respondió la madre.

Prince se acercó al Hombre-mosca y lanzó una directa al rostro, pero el enemigo logró esquivar el ataque, bien gracias a su agilidad, bien al mareo que aún tenía del sopapo anterior.


Smith, mientras, conocedor de su poca capacidad de lucha cuerpo a cuerpo, se dirigió tras la barra a esconderse. Podría parecer una acción de cobardía, que de hecho lo era, pero el mago se encontró de morros con una colección de jarras de cerveza de cristal de bohemia dispuestas a ser lanzadas hacia el enemigo. Y tubo éxito, ya que una de ellas se estrelló entre ceja y ceja del Hombre-mosca, petándole la nariz y originando una cascada sangrienta de los orificios nasales del susodicho.


Una de las jarras que lanzó Smith.
Fijaros en la jarra y no en lo que hay DETRAS de la jarra!

El Hombre-mosca ya no sabía ni donde estaba ni porqué le estaban azuzando tal paliza. "Si soy un buen chaval!", pensaba él. Recibiendo por aquí, recibiendo por allá, una de sus manos se estrelló inocentemente contra el rostro de Prince, que aún realizaba su danza hipnótica de combate.

Era el turno de Tralin que al ver como se acercaba el enemigo, agarró lo primero que encontró e intentó golpearlo. No tubo suerte al intentar dar con su guitarra en todo el cogote del Hombre-mosca, ya que su ataque se perdió en el aire.

El ambiente estaba ya caldeado. El combate continuaba y las apuestas por el vencedor comenzaban a correr por la taberna. Aquel era el mejor espectáculo que se podía disfrutar en "La Muñeca Chochona" en años. Toda la clientela seguía fervientemente los movimientos de los luchadores.

Edenwinder intentó un ataque dirigido a las partes bajas del Hombre-mosca, pero este esquivó el golpe gracias a un involuntario resbalón provocado por el charco de sangre que emanaba de su nariz. Mientras se levantaba de nuevo dispuesto a un segundo asalto contra aquel grupo de insignificantes personajes, el paladín recapacitó e intentó dirigirse al enemigo con un "discursito" educado y amable. Prince pregonaba hacer una tregua en aquella situación y resolver el conflicto que tenía entre manos junto a una taza de té.

-Señor mosca, creo que comenzamos con el puño equivocado. No estamos aquí para golpearlo, le invito a discutirlo con una taza de té. Insisto, acompáñeme.

-Pero tu me has visto a mí cara de imbécil!- dijo tan amablemente como pudo el Hombre-mosca -Os presentáis aquí, pandilla de niñatos de estercolero, buscándome la mala leche con solo mirarme, tocándome los cataplines en mi territorio, me petáis los morros y ahora me vienes tu diciendo de tomar una taza de té para hacer las paces!! Pero tu crees que soy un picha-floja?? Ahora te voy a dar...

Una certera jarra de cerveza, lanzada por Smith tras la barra, cortó el discurso furioso del Hombre-mosca. El objeto se estrelló esta vez en toda la espalda del contrincante que, dolorido, aún se cabreó mas. Buscando quién era el responsable que aquel lanzamiento, descubrió media cabeza que asomaba tras la barra observando curiosamente la escena. Dedujo que aquel cobarde que se escondía tras el mueble era quién había lanzado la jarra y señalándolo con el dedo, dijo:

-Chaval, tienes las horas contadas como las moscas! Acabó con tu amigo el pacifista y te doy de leches a ti!

Tras la amenaza, el enemigo de morros ensangrentados, dio un salto acrobático y cayendo en picado con las rodillas por delante para golpear a Prince gritaba con voluntad intimidatoria:

-Ataque del moscardón folloneroooooooo!!

Por unos instantes, la taberna quedó en silencio. Todos miraban aquella figura enclenque que surcaba el aire en pos de su presa. Solo las palabras de un niño rompieron el gélido clímax del momento:

-Mamá, qué quiere decir follonero?

domingo, 21 de junio de 2009

TODO OÍDOS

Querido diario,


Mi vida ha cambiado tanto en estos últimos meses que no he sido realmente consciente de la habilidades que he adquirido tras aquellos días encerrado en un chiringuito de chistorras. Puede que el destino me haya otorgado la oportunidad de realizar “algo mas importante” que mostrar mi ya inexistente musculoso cuerpo, asistir a fiestas VIP o codearme con lo mejor del mundo de las revistas del corazón.

Tras aquellos días de encierro accidental, es cierto que mi cuerpo se “ensanchó” unos 100 kilos, que perdí aquel encanto “macho ibérico” que humedecía la ropa interior de cualquier fémina, que dejé para siempre el mundo de los top-model, que perdí todas las amistades que tenía... Pero a cambio descubrí una nueva fuerza dentro de mí, una voz interior que me repetía una y otra vez “tu has nacido para ser algo mejor”, un nuevo sueño que se moldeaba día tras día.

Fue entonces cuando comenzaron los cambios: primero el capítulo del atraco frustrado gracias a mi potente y destructiva ventosidad, después el descubrimiento de la capacidad de ver a través de cualquier objecto, mas tarde... mas tarde los cambios fueron constantes e incontrolados.


Una noche descubrí mi super-audición al poder escuchar a máximo volumen todo lo que sucedía a mi alrededor.

Podía ser extraño poder escuchar la enorme bronca que le metía la vecina del cuarto a su enclenque marido, pero las paredes de papel fumar ayudaban a poder escuchar como la malhumorada mujer recriminaba con voz semi-satánica “cuantas veces te he dicho que cambies el rollo de papel de váter cuando se acabe, coñoyá!”.

También podía ser misterioso el poder sentir la música a toda pastilla del maldito coche que cada noche, puntual el muy cabrón a las 2 de la mañana, se paraba delante del portal para despedirse de su novia (a no ser que fuera un muestrario de colores Pantone con patas y miles de piercings) escuchando en el radiocasete la romántica balada que dice algo así como “dame veneno que quiero morí, dame vene-eee-noooo, ante prefiero la muette que viví contigo, dame vene-eee-nooo, que quiero moríííí!”.

Pero no, eso era normal en el barrio que vivía por aquel entonces.


Mi confirmación sobre el aumento de mi capacidad auditiva fue algo mas... inesperado. Una noche, mientras dormía, me despertaron unos resoplidos espantosos. Primero pensé que podían ser la nueva pareja acabada de llegar al bloque, recién casados y con una incansable actividad sexual. Pero no, días antes había descubierto que a el le gustaba ponerse una pelotita de goma en la boca sujetada mediante unas correas de cuero y a ella utilizar una especie de látigo y azotarle mientras le decía “has sido un niño muuuuuuy malo!” y... ZAAASSS!!

No aquel sonido no lo producía la pareja. Parecía mas a alguien que le faltaba el aire, como si estuviera ahogando. Podría ser que un vecino estuviera... en peligro de muerte?!


Llevado por aquel pensamiento agudicé al máximo mi oído e intenté localizar el origen de aquel sonido de ahogo. Los resoplidos venían del piso del padre Eustaquio, el cura de la parroquia del barrio, que vivía en el bloque dos calles mas abajo.

Sin pensármelo dos veces salí corriendo de mi casa en pijama, me dirigí a casa del padre Eustaquio y llamé insistentemente a la puerta. Nadie abría, pero yo continuaba escuchando aquellos resoplidos asmáticos que me comunicaban que aquel “hombre de dios” estaba falto de aire y podría morir en segundos si no reaccionaba.

Decidido, y sin ningún problema, tiré la puerta abajo me preparé esperándome encontrar al padre Eustaquio echado en el suelo del comedor, pálido como la nieve, con sudor frío y con los pulmones vacíos por la incapacidad de llenarlos de aire. Pero no fue así...

Lo que me encontré fue al cura, desnudo totalmente, frente al televisor, viendo uno de aquellos programas de tele-tienda, con las mejillas sonrojadas, intentando inflar una especie de globo al que mas tarde comprobé que era una muñeca inflable.


Cara de sorpresa. No del padre Eustaquio sino de la muñeca inflable.


Cierto es, querido diario, que ni el padre Eustaquio ni yo supimos que decirnos. Simplemente, recogí los trozos de puerta que había destrozado, los apilé encima de la mesa del comedor y me fui sin mediar palabra. No sé como reaccionó el cura, no me atreví a mirarle a la cara.


Días después me vino al oído que había pedido realizar tareas de misionero en el Congo. Por suerte allí no hay tele-tienda.


martes, 16 de junio de 2009

FALTA MUCHO PAL VERANO?

Que ganas tengo que llegue el verano!
Cierro los ojos y me imagino qué haré durante las vacaciones...

...piscina... siesta... tomar un helado con mi "bicho", mi "piltrafilla" y mi "more"... ir a la playa... leer en calzoncillos en el balcon hasta altas horas de la noche... ver alguna película que no he tenido tiempo de ver... escuchar algun concierto de verano desde casa... la única borrachera permitida de todo el año (el viernes de fiesta mayor)... salir a cenar tapas en alguna terracita... partidos de volei-playa... quedar con amigos que solo ves en verano...

Que ganas tengo que llegue el verano!



Bob Marley and Lauryn Hill
Turn your lights down low

domingo, 14 de junio de 2009

PEPI "LA PUPAS"

Aún recuerdo el primer día que la vi. Después de un verano caluroso llegó el día de volver a escuela. Era el primer día de curso y todos estábamos nerviosos por el reencuentro con los compañeros después de un par de meses de aventuras veraniegas, vacaciones inolvidables y gamberradas memorables.


-Cálmense señores! -nos dijo el profesor Alonso intentando calmar al personal. Tras unos golpes “cariñosos” con los nudillos en la cabeza de alguno de los alumnos de mi clase, el silencio reinó en el aula.


-Me gustaría presentarles a una nueva alumna del centro. Su nombre es Pepi y espero le den una calurosa bienvenida.


Entonces la vi. No sé si fue amor a primera vista o la novedad de tener una nueva compañera en el grupo, pero me sentí extrañamente atraído hacia ella. Puede que fuera su mirada, puede que su manera de vestir, o tal vez su forma de moverse... Un deseo irrefrenable me obligó a acercarme a ella a la hora del recreo para darme a conocer.


-Hola Pepi! -estaba nervioso- Espero que te guste la escuela y que...


Sus dulces y agradables palabras cortaron el discurso de bienvenida que había preparado 10 minutos antes, encerrado en el lavabo y hablando a la taza del váter.


-Oye, intenta no inflarme las pelotas, vale?


Era eso lo que me atraía de ella: su carácter.


La semanas pasaron y todos fuimos descubriendo que Pepi era “difícil” en las relaciones sociales. A menudo discutía con los profesores poniendo en duda su autoridad.

Recuerdo aquella vez que la señorita Asunción nos explicaba de forma muy sencilla (mas tarde descubrí que demasiado sencilla) de donde venían los niños. Comentaba que los padres escribían una carta a París pidiendo un hijito y que este llegaba volando colgado del pico de una cigüeña. Fue en este momento cuando Pepi aportó su “granito” de arena a la lección diciendo que ahora entendía porqué cierto día había encontrado al señor cartero, en pelota picada, encima de su madre una noche que su padre hacia turno nocturno en la fábrica. Lo que Pepi no entendía, pregunta que enfureció aún mas a la señorita Asunción, era el porque su madre gritaba “dámela toda, dámela toda!”. No era su madre la que tenía que darle “toda” la carta al cartero y no al revés?


También tenía sus problemas con los compañeros. Le gustaba ponerse en la puerta del lavabo del patio y “pedir amigablemente” un peaje para todo aquel que quisiera orinar. La cosa era sencilla: o pagabas o te meabas en los calzones.

Si alguien se atrevía a poner en duda la privilegiada situación de Pepi dentro del ecosistema del recreo, podía salir bastante “caliente”. A Pepi le costaba bien poco enzarzarse en trifulcas y peleas, hasta llegué a creer que le gustaba crear “mal rollo”. De aquí su sobrenombre: la Pupas. No por el hecho de que se quejara continuamente esto o de lo otro, sino porque en caso de tener una discusión con ella, eras tu el que acababa marcado con arañazos, patadas y contusiones. En resumen, lleno de “pupas”!


Pero era buena persona. Todos dudábamos de ello hasta que tuvimos aquel encuentro con los niños de la escuela del otro lado de la ciudad.

Una tarde, los profesores nos llevaron de excursión a un parque donde podríamos jugar libremente y pasar una divertida tarde. Por mala suerte la escuela privada, y del opus, de la parte alta de la ciudad habían decidido lo mismo que nosotros.

Así pues nos encontramos, frente a frente, con un ejercito de niños uniformados con un polo blanco, bermudas azul marino, calcetines blancos y zapatos oscuros. Aquello daba miedo! Me recordaba cierta película de terror donde todos los niños parecían hechos del mismo patrón: rubios y con los ojos azules. Vaya “yuyu”!


La tensión se podía cortar con un cuchillo.

El cabecilla de la escuela privada, un muchachote que sacaba un palmo al mas alto de nuestra clase, dio un paso al frente y con seguridad dijo:


-Pringaos, este es nuestro parque! Mi padre le ha dado mucho dinero al alcalde para que monte todo esto y no dejaremos que unos “piltrafas” como vosotros nos vengan a molestar.


Nadie de nuestro grupo se atrevía a decir nada al respecto. Todos sabíamos que nuestro origen humilde nos limitaba a hacer ciertas cosas, a diferencia de aquellos otros niños que podían tener de todo. Puede que fuera cierto que aquel parque les pertenecía y que nuestra obligación era subordinarnos a la situación clasista que estábamos viviendo. Cuando los ánimos de mis amigos estaban al nivel de los “furullos” de los perros, una voz se alzó de entre nosotros. Era Pepi que se se hizo un hueco en la primera fila de nuestro bando y se acercó desafiante hacia el “niño bien” que tenía delante.


-Oye tu, pijoteras, dices que tu padre ha “montao” todo esto?

-Si, que pasa?

-Pues dile que al parque le falta una pista para poder chutar las pelotas!


Y acto seguido le dio una santa patada en todos los “cataplines” que alzó al niñato unos centímetros del suelo. Todos, instintivamente, nos llevamos las manos a nuestras partes nobles, acompañando al movimiento con un UUUUFFFFF! pensando en el dolor que debía haber hecho aquella patada.

Tras aquel encuentro pasó lo que tenía que pasar: los niños del opus recogieron a su maltrecho líder, avisaron a los profesores, castigaron a Pepi sin poder jugar... Pero el parque fue todo para nosotros!


Desde aquel día todos le tenemos un aprecio especial a “La pupas”. La respetamos porque sabemos que en cualquier momento nos puede echar una mano. Aunque tengamos que pagarle dándole nuestro almuerzo para poder orinar en el lavabo del patio.


viernes, 12 de junio de 2009

DEFENSA PERSONAL

Son tiempos difíciles, tiempos peligrosos, tiempos salvajes...

Solo los mas fuertes y mejor preparados sobreviviran. Es el momento de mostrar nuestro instinto mas animal para poder enfrentarnos a los innumerables enemigos que nos acechan desde las sombras.
Solo puede quedar uno!

Por este motivo he decidido apuntarme a un curso por correspondéncia de "Defensa Personal". He recibido unas cuantas ofertas, pero no me acabo de decidir cual debe ser mi "master".
Ciertamente tengo mis dudas... Todos demuestran tener amplios conocimientos... A cual elegir?...

viernes, 5 de junio de 2009

UN NUEVO "PUNTO DE VISTA"

Querido diario,


Des de el día del atraco, momento en que se manifestó el primero de mis extraordinarios poderes, cada día ha sido una sorpresa. No hay jornada en que no experimente un cambio en mi organismo, dándome a conocer una nueva habilidad sobrehumana fruto de mi “encarcelamiento involuntario” en el chiringuito de chistorras.

Quiero explicarte la forma en que descubrí una nueva habilidad: la visión con rayos X.


Tras mi primera afortunada acción como salvador de la clientela del McDonals, me llovieron bastantes ofertas de trabajo de la gente que en aquel momento se encontraba en el local.

El encargado del establecimiento me propuso trabajar como nuevo agente de seguridad ya que el anterior, como ya te expliqué, se jubilada en breve. No me interesó demasiado la posibilidad de descubrir de qué estaban hechas realmente aquellas hamburguesas.

Otro desconocido me ofreció trabajar como modelo de tallas XXXXL. Por un momento pensé en la posibilidad de volver al mundo de las pasarelas, pero había descubierto lo vil e hipócrita que podía llegar a ser aquel universo, rechazando de inmediato la oferta.

Una mujer de avanzada edad, me comentó cierto trabajo sobre “arreglar unas tuberías atascadas” utilizando cierta “herramienta” que la mujer creía que tenia en mi poder. No acabé de entender porqué refregaba sus pechos caídos en mi cuerpo, me enseñaba tanto la lengua como si lamiera un helado y me pusiera en el bolsillo trasero de mi pantalón un billete de 50 euros, hecho que me dejó del todo sorprendido.

Finalmente me decidí por un agradable señor que me proponía un trabajo sin muchas complicaciones, con buen horario y, a mi parecer, bien pagado.

“Derribos Dominguez” era la empresa que me acababa de contratar y, ciertamente, era un trabajo que acabó por gustarme. Mi cometido en la empresa era bien simple: cuando alguien deseaba tirar abajo un edificio para construir de nuevo en aquel solar, yo entraba en acción. Lo primero que aprendí, gracias a las buenas explicaciones del señor Dominguez, fue a reconocer los pilares base de la construcción. Una vez determinados cuales eran los puntos débiles de la estructura, me situaba en el lugar con el mayor radio de influencia, me inclinaba unos centímetros apuntando con el culo hacia aquellos pilares base y... dejaba que “mi poder” actuara. Tal era la onda expansiva que lanzaba por mi trasero, que el edificio se derrumbaba a los pocos segundos.

Así descubrí a controlar la dirección, la potencia y el efecto de aquel poder flatulento.


Pues bien, un buen día, al salir de una tranquila jornada laboral, decidí dar un pequeño paseo por las ramblas de la ciudad. Hacía buen tiempo, la gente se animaba a salir, las jovenzuelas comenzaban a enseñar el ombligo y el equipo de petanca local había ganado el campeonato nacional... Razones suficientes para no encerrarse en casa!

La calle estaba a rebosar de tiendas ambulantes, vendedores de top sábana, mimos parlanchines, músicos desafinados, pintores miopes... y un extenso etcétera que hacia de aquella tarde la mejor para disfrutar de la próxima llegada del verano.

Me llamó la atención un grupo de personas que chillaban animadamente entorno a un hombre bajito que realizaba algún tipo de juego de manos. Llevado por la curiosidad me acerqué hasta el grupo y pude observar lo que allí sucedía.

Aquel hombre bajito movía de aquí para allí tres vasitos pequeños que escondían un diminuto guisante verde. El objetivo del “malabarista de vasos” era mover el guisante de un lado hacia el otro utilizando los vasos e intentar engañar al histérico público que, apostando su dinero, tenía que descubrir el que lugar se escondía finalmente el guisante.


-Esta aquí, esta aquí!... Apuesto 200 a que esta en el vaso del medio!

-Que va a estar en el vaso del medio, tontolculo! El guisante esta en la derecha, apuesto 350!


Uno tras otro hacían sus apuestas y finalmente se descubría donde se escondía realmente el guisante. Unos ganaban y otros perdían. Lo que si llegué a observar era que el hombre bajito siempre salía ganando de una manera u otra.

Al acercarme un poco mas, el animado “malabarista” me invitó a participar en el juego. Aquel día me sentía bastante afortunado y decidí probar suerte. Y entonces sucedió otra vez.

Mientras aquel hombrecito movía de un lado al otro los vasos, sentí en mi interior un extraño cosquilleo, un ligero mareo y un molesto escozor en los ojos. Después de frotármelos un poco, la visión de todo lo que estaba a mi alrededor cambió: podía ver lo que estaba dentro de cada bolso y maleta, lo que sucedía en el interior de los edificios, lo que se escondían realmente dentro de los Huevos Kinder. Tenía visión de rayos X!


-Juegas o no juegas?- me preguntó el trilero impaciente. Ahora las posibilidades de ganar eran bastante evidentes ya que podía ver con toda claridad donde se escondía el guisante. Una tras otra, fui ganando todas las partidas, poniendo cada vez mas furioso al “malabarista de vasos”. Desesperado y con todas las ganancias de aquel día perdidas gracias a mi nuevo poder de visión, el hombre solo pudo recoger sus bártulos a toda prisa chillando sin sentido “agua, agua, agua!...”. Debía tener sed.


Aquella fue la manera que descubrí que, si lo deseaba, podía ver a través de cualquier objeto, muro, puerta o material. Podía ser un poder muy útil en mi naciente idea de convertirme el superheroe. Pero hasta el día que no llegué a controlar la visión X, tuve alguna que otra mala experiencia que intento por todos los medios olvidar.


Y no me diras que hay cosas que mejor no verlas!

jueves, 4 de junio de 2009

PABLITO


Pablito era un niño diferente a los otros y tan solo nacer esas diferencias fueron evidentes. Una vez su madre dio a luz, y perdió para siempre el mundo de vista, la enfermera tubo que azuzarle y darle una buena dosis de sopapos en el culo para conseguir su primer apagado llanto.

A medida que fue creciendo, todos los compañeros de la clase, nos dimos cuenta que no era un chavalín como nosotros. A la hora del almuerzo todos devorábamos nuestro pan con nocilla, las galletas Príncipe o, los mas afortunados, el pan con mantequilla y mortadela. Pero Pablito, con su poco nervio extremo que podía sacar de quicio al maestro mas paciente, abría su fiambrera para devorar uno tras otro una colección de gusanos, escarabajos y otras criaturas altamente asquerosas. Eso no era muy normal que digamos!

A la hora del patio nadie lo escogía en los equipos de fútbol. No era muy rápido que digamos. Se movía tambaleándose de un lado para otro, con los brazos alzados como si quisiera darte un abrazo y unos ojos inexpresivamente blancos. Al final acababa siendo el arbitro. Es decir, no hacía nada.

Solo un juego parecía motivare: el del teléfono. Aquel juego de irse susurrando cosas al oído le parecía gustar. El problema era que, en mas de una ocasión, a Pablito se le escapaba un “mordisquito” y el marrón era para nosotros al tener que explicar al maestro como había “perdido” un trozo de carne del cuello o de la oreja el compañero de juegos de Pablito.

Recuerdo que una vez fuimos de campamentos de verano. En nuestra tienda dormíamos Alberto “Caragüevo”, el Lucas, Pablito y yo. Por la noche era un espectáculo ver a Pablito como se levantaba a medianoche y comenzaba a dar vueltas a nuestra tienda repitiendo una y otra vez con su inolvidable voz gangosa aquello de “teeengooo haaammmbreee”. Nos echábamos unas risas... La cosa no fue tan divertida cuando se encontraron a nuestro compañero comiéndose la pierna del alumno chino de intercambio. Sobretodo porque Chao-Lin había pagado como todos los campamentos de verano. No me quiero ni imaginar como se pondría su madre al ver que su hijo volvía a casa con una pierna de menos.

En el instituto la vida de Pablito no cambió mucho. Se echo una novia muy rara. Se llamaba Macarena. Iba siempre vestida de negro, con gafas oscuras, ojos y labios pintados de negro y con la manía de recordar continuamente que no iba de luto sino que era “gótica”. No entendí nunca que una persona quisiera ir vestida como una iglesia...

Pero la cosa no funcionó entre ellos dos. Macarena lo dejó diciendo que “la hacia sentir demasiado viva”, la muy guarra!

Después... perdí la pista de Pablito. Me pareció verlo en alguna fiesta mayor de nuestra ciudad... o era en un entierro? No lo recuerdo. La cuestión es que llevo unos días pensando en organizar una cena de antiguos alumnos, puede ser divertido.

Haber si tengo suerte y contacto con toda la pandilla.